AL VUELO/ Expertís 

Por Pegaso

Desde hace algún tiempo escucho una chocante palabreja que no tiene razón de ser utilizada en el lenguaje diario de la gente común y corriente como yo, su servilleta, Pegasiux de Petatiux. 

Expertís. 

La oí por vez primera en la boca de un Director del Instituto Tecnológico de Reynosa, de apellido Nieto, hace aproximadamente diez años. 

Expertís significa experiencia. Simplemente. Con algún toque aspiracionista, porque al usarla nos hace parecer más técnicos, mas catedráticos o más cultos. 

Para mi gusto, debió quedarse en esos ámbitos, antes que invadir los campechanos modos de comunicarse de la raza mahuacatera. 

Ahora cada vez es más común y pronto pasará a desplazar a su equivalente cotidiano. 

Por ejemplo, cuando un ranchero se presente con un adinerado agricultor para manejar un sofisticado tractor, le dirá: “Oiga asté, patroncito, lo que pasa es que yo tengo el expertís para manejar el traitor”. 

O una mujer de la vida galante que se anuncia en el periódico: “Hola, soy Zulema. Cuento con un gran expertís en masajes con final feliz”. (Nota de la Redacción: Te salió un verso sin esfuerzo, amigo Pegaso). 

O el Pejidente: “Yo tengo un gran ejpertíj en contra de loj fifíej y neoliberalej”. 

Si de pronto deseo solicitar trabajo de Redactor Senior en The New York Times, The Wall Street Journal o The Washington Post, pondré en mi extenso currículum: “Reportero con un expertís de 40 años”. 

Pero no nos vayamos tan lejos. Aquí, en cada crucero, siempre nos salen uno o dos limpiaparabrisas que nos dicen: “Cualquier monedita es buena”.  

Ahora podrán decir: “Mire usted, señor conductor: Yo cuento con un expertís de 15 años en la ardua tarea de eliminar la suciedad de los paneles vítreos frontales de los vehículos automotores”. 

Pero para entender bien a lo que me refiero, hay que definir la palabra expertís, hacer un comparativo con su equivalente, experiencia, y hacernos algunas preguntas: ¿Significan lo mismo? ¿Me da más caché usar una palabra en lugar de otra? ¿No me oigo muy mamón cuando digo expertís en vez de experiencia? 

Por experiencia entendemos, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el hecho de haber sentido, conocido o presenciado algo. 

También la práctica prolongada que proporciona conocimiento o habilidad para hacer algo. Conocimiento de la vida adquirido por las circunstancias o situaciones vividas. Conjunto de factores o circunstancias que afectan a alguien o algo en un determinado momento. 

Expertís o expertiz, por otro lado, es el dominio avanzado que tiene una persona sobre un tema o trabajo. También se puede utilizar experticia como sinónimo. 

Luego, entonces, ¿por qué cada vez la oigo con más frecuencia en ámbitos no académicos ni laborales? 

Tan fácil que es decir la acostumbrada: “Yo tengo experiencia”, o “Fulano tiene experiencia”, en lugar de usar la sangrona expresión: “Yo tengo el expertís” o “Fulano tiene el expertís”. 

Por eso yo jamás utilizaré en mi léxico diario dicho terminajo. 

Mejor los dejo con el refrán estilo Pegaso que dice: “Inicias a saturarme el recinto gástrico de pequeños guijarros”. (Me empiezas a llenar el buche de piedritas).

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