Al Vuelo/ Feos

Por Pegaso

Recostado sobre un mullido cumulonimbus de los que trajo el huracán Harvey, me puse a pensar cuál es el propósito de la presencia en este mundo de los feos.

¡Que se mueran los feos!, decía una popular canción de los sesentas.

Es verdad la queja del autor de tan pegajosa melodía: Los feos siempre se llevan las mejores chicas, tienen los mejores empleos y conducen los mejores coches.

Pero hay de feos a feos. Por ejemplo, tenemos al simpatiquísimo Don Ramón, quien traía loca a la Bruja del 71 con sus ojazos azules y su estilacho de paria desnutrido.

Danny Trejo, el recio actor de cine, por el contrario, es un feo sin carisma.

Y como dije antes, los hay suertudotes, como Mark Antony, quien se refinó nada más ni nada menos que a Jennifer López.

O los de sangre azul, como el Príncipe Carlos de Inglaterra que casó con la entonces joven y guapa Lady Di.

Los feos están presentes en todos lados. Ahí tenemos el caso de El Trompas, que no sólo ganó la Presidencia de Estados Unidos, sino que está casado con Melanie, una suculenta modelo erótica que no dejaba nada a la imaginación.

Quienes llevaron al extremo la fracesita fueron los nazis.

En la Alemania de Hitler sólo admitían a gente güerita, de pelo dorado, ojos azules o verdes, altos y atléticos. Al resto los consideraban aberraciones de la naturaleza y por eso los mandaban a los campos de concentración.

Aunque, a decir verdad, Hitler no tocaba mal las rancheras con su bigotito a lo Chaplin y su permanente semblante con el que parecía que siempre estaba oliendo popó.

Un mexicano famoso fue el ex presidente Gustavo Díaz Ordaz. Si bien estaba más feo que pegarle a Dios con la mano del metate, pudo pasar por las armas a La Tigresa Irma Serrano, cuando ésta aún estaba de rechupete.

¿Y qué me dicen de Agustín Lara, el Flaco de Oro? No creo que le haya hecho ni cosquillas a María Félix, pero murió con la dicha de haber contraído nupcias con la diva.

Los feos siempre se han llevado la fama y han conquistado a las mejores viejas.

En cierta ocasión se encontraron Albert Einstein y Marilyn Monroe.

Marylin, admiradora del científico le dice: «¿Qué tal si tenemos un hijo? ¡Saldría con mi belleza y su inteligencia!», a lo cual respondió Einstein: «Ni lo piense, ¿qué tal si sale con su inteligencia y mi belleza?»

Los feos no son conscientes de su fealdad y se sienten chidos.

Basta ir a la CDMX y ver tanto chilango que se cree soñado.

Ya lo decía el conocido pensador sonorense, Félix Miranda: «Haz patria, mata a un chilango» y continuaba: «Dios no es perfecto porque ha creado a los chilangos».

El canal hispano de TV Univisión sacó un reto para saber quién era el personaje o celebridad más fea.

En Internet, donde se acostumbra hacer los top ten de todo y para todo, también hay una lista de feyoyos.

Aparecen nombres de artistas gringos, como Ben Stiller, Peter O’toole, Bill Murray, Jack Nicholson y Danny de Vito, o mexicanos como Chabelo, Paquita la del Barrio, Lucía Méndez, El Loco Valdez y Carlos Villagrán, el popular Quico, con sus grandes cachetes y ojos saltones.

Yo siempre me he preguntado, ¿qué se siente ser feo? Los especialistas en Psicología Conductual y Gestalt no se ponen de acuerdo, pero creo que se ha de sentir re gacho.

Resulta que en mi pueblo había un hombre tan feo, pero tan feo, que cuando nació el doctor en lugar de darle nalgadas lo agarró a madrazos.

Otro tipo relataba que su mamacita, en vez de darle pecho le daba la espalda.

Y si a feos vamos, está aquel otro sujeto que platicaba: «Cuando nací el doctor le dijo a mi mamá: Señora, lo vamos a lanzar al aire, y si vuela, es un murciélago».

Así pues, nos quedamos con el refrán estilo Pegaso: «Niego mi carencia de belleza, únicamente arribé a un entorno planetario diferente al mío». (No son feo, sólo me equivoqué de planeta).

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