AL VUELO/ Calle

Por Pegaso

Andaba yo volando allá, sobre la calle Oaxaca, conocida mundialmente como la Calle del Taco, viendo los preparativos que se realizan para el Séptimo Festival del Taco, que se realizará el día 12 de agosto.

Será una oportunidad única para los degustadores de las opíparas viandas que se comercializan en las vías públicas de Reynosa y que ahora estarán congregadas en un mismo lugar.

Calles hay famosas en el mundo.

Tenemos por ejemplo Los Campos Elíseos de París, un fenomenal paseo con grandes y fragantes jardines, con el Arco del Triunfo de un lado y la Torre Eiffel por el otro; Las Vegas Strip, la Vía Dolorosa de Jerusalén, la Wall Street Avenue de Nueva York, Khao San, de Bangkok, Lombard Street de San Francisco, Orchard Road de Singapur, La Rambla, de Barcelona y el Paseo de la Fama de Hollywood, por citar algunas cuantas.

En Reynosa no tenemos una, ni dos, ¡sino tres! calles famosas y son: La Calle del Taco (Oaxaca), la Calle del Gramo (Iturbide) y la Calle del Joto (Aldama).

Las seis anteriores ediciones del Festival fueron verdaderas fiestas populares, un paraíso para las panzas aventureras y los amantes de la tortilla y las carnitas.

En un festival del taco típico se ve a la gente sentada en las mesas, en plena calle, esperando la voz de arranque del animador para pasar al puesto de taquitos y garnachas de su preferencia.

Antes de eso se tiene que comprar el boleto por la módica cantidad de 50 pesos por persona.

Se acostumbra premiar a los primeros que lleguen con una promoción de dos por uno, lo que significa que por un boleto pueden dobletear. También se organiza un concurso del más tragón, y la persona que engulla más «tacuaches» se lleva un jugoso premio.

Así pues, el maestro de ceremonias da la voz de arranque. En cada uno de los puestos, que en esta ocasión serán unos veinticinco o veintisés, el habilidoso cocinero distribuye sabiamente el guiso en pequeñas porciones que coloca en cada tortilla y entrega la vianda al comensal que ya está más puesto que un calcetín para clavarle el diente.

Un maestro «trompero» da un giro a la carne que se cocina al fuego y procede a cortar pequeños trozos con un filoso cuchillo de carnicero, hace una hábil maniobra y el alimento cae exactamente en el círculo de la tortilla. Después hace otro movimiento de muñeca y ¡paz! agrega un trozo de piña que da el toque agridulce al platillo.

-Mira, Pegaso-Me dijo ayer Francisco Escobedo, quien se atribuye el haber aportado la idea para hacer el Festival del Taco desde que estaba como Gerente de CANIRAC: Yo le di para arriba al Presidente de la Cámara, yo estaba al pendiente de este tipo de eventos y, ¿qué fue lo que pasó? Me corrieron así, nada más.

Fuera que el Festival del Taco tenga algunos mártires, como Francisco, la verdad es que hasta ahora no se ha visto reflejado en la forma en que la población de Reynosa y el turismo ven a la calle Oaxaca, como bien lo señaló mi amigo Seth Rojas en la rueda de prensa de ayer.

Por eso mismo, el próximo sábado, en la inauguración del Festival, se dará a conocer un ambicioso proyecto para rescatar, ahora sí, la que fue en su tiempo una de las más visitadas avenidas de la localidad.

No tengo el dato, pero sospecho que la alcaldesa Maki Ortiz dará la noticia de que la Calle del Taco se hará peatonal.

Sería una brillante acción para revivir las viejas glorias del ayer.

A mí no me tocó ir a la Calle del Taco porque aún era un Pegaso chaval, pero sé que ese era uno de los puntos favoritos de reunión de la gente de todas las clases sociales, sobre todo por la tarde y noche, donde aquello se convertía en una romería.

Más o menos desde la década de los ochenta, la actividad comercial empezó a decaer, y poco a poco la Calle Oaxaca se fue convirtiendo en una vía tan ordinaria como el resto de las arterias que hay en la Ciudad.

Usted va en la mañana o en el día y ya no ve ninguna taquería en la calle. Las que quedan están dentro de los locales. Hay tiendas de fruta, sitios para reuniones sociales, gimnasios, papelerías y todo tipo de negocios.

Por la noche, poco después de las siete, empiezan a llegar los mariachis.  Son varios grupos de música folclórica mexicana que ofrecen sus servicios por cantidades módicas. El cliente pasa en su vehículo y pregunta cuál es la tarifa, honorario o emolumento y si le convence, los contrata.

Si en verdad se va a hacer peatonal, por lo menos en un pequeño tramo, volverán las taquerías y se creará un nuevo espacio para solaz y esparcimiento de las familias reynosenses y, ¿por qué no? para los turistas melancólicos del Valle de Texas.

Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso: «La manera de afianzar en la mano el alimento consistente en una oblea de masa nixtamalizada, rellena con algún guiso, evidencía la calidad del individuo emanado de las clases populares». (En la forma de agarrar el taco se conoce al naco).

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