AL VUELO/ Cuna

Por Pegaso

Ayer, después de mi vuelo vespertino me fui a checar mis correos electrónicos y wasapasos para conocer y estar enterado de lo último de las noticias a nivel local, estatal, nacional e internacional.

No pude menos que sonreir con el mensaje enviado por mi amiga Rosa Isela, ex compañera del CBTIS 7 que a la letra dice: «Noticia de última hora. Periódico La Jornada anuncia. Debido a los sucesos donde involucran a Julión Álvarez con el narco, en todo México ya están prohibidas las canciones de narcocorrido. Esto con el único propósito de no incitar la violencia. Así que a partir de este momento todos los grupos musicales están cambiando de repertorio y ahora los corridos serán así…» Enseguida se escucha la letra de «Pin Pon» con acompañamiento de acordeón y bajosexto, muy al estilo de los Cadetes de Linares.

Yo anexé un comentario donde decía que esperaba con ansias el tema de «La Patita» con música de los Tigres del Norte a ritmo de «Pacas de a kilo».

Y si a esas vamos, pronto tendríamos en Telerisa y Tele Aztuerca un verdadero cambio, donde novelas como «El Capo» o «Muñecas de la Mafia» tendrían como entrada el famoso tema de Lupita D’Alessio «Mundo de Juguete», o alguna canción de cuna de las que nos cantaban nuestros papás cuando querían que nos durmiéramos temprano.

Todo este rollo viene a colación porque durante muchas décadas los narcocorridos nos han acompañado y han formado parte de nuestra vida.

La narcocultura se metió en nuestra psique sin nosotros percibirlo de manera consciente.

Aquí, en la región fronteriza de Tamaulipas, parte de Monterrey y Coahuila todo empezó con corridos como «La Banda del Carro Rojo», «Camelia la Tejana», «El Corrido de Chito Cano», «Pistoleros Famosos» y muchos más, transmitidos por casi todas las estaciones de radio que tocaban música regional.

Nos gustaba escucharlos y sentíamos que el tema de la violencia era algo muy lejano a nosotros. Lo más que llegaba a ocurrir en aquellos tiempos era cuando Chito Cano o Toño «El Aguacate» se ponían pedos y empezaban a tirar balazos en alguna plaza. Entonces todo mundo corría a refugiarse a sus casas o a los negocios porque había balacera.

Con el paso del tiempo fueron cambiando los gustos. Luis y Julián cantaban allá, por la década de los noventas, las peripecias del «Viejo Paulino», y los tigres del Norte pegaban un hitazo con «Pacas de a kilo».

Pero llegaron nuevos vientos procedentes de Sinaloa. Pronto nos vimos invadidos por la estridente y fea música de los tambores, la tuba y el saxofón, acompañando los berridos de Benjamín Elizalde y una ristra de cantantes más desentonados que «La Chimoltrufia».

Los narcocorridos «perrones» llegaron para quedarse. Ya son pocas las estaciones de radio que replican los viejos corridos de los Cadetes o de Carlos y José, porque lo de hoy, lo de hoy, son las rolas acompañadas de banda. Y mientras más cacofónicas, mejor.

Es común ver pasar por las calles de la ciudad a jóvenes con las bocinas a todo volumen tocando las canciones de Julión Álvarez para que todo mundo se entere de su exquisito gusto musical.

Esta subcultura ha penetrado tan hondo en la sociedad, que espanta ver sus alcances.

En la Unidad Académica Multidisciplinaria Reynosa-Aztlán de la UAT, estudiantes de Criminología hicieron una encuestra entre varios cientos de jovencitos de cuarto, quinto y sexto de primaria, de escuelas públicas y privadas.

La gran mayoría de ellos, niños y niñas, se identificaron con la música de «El Komander» y «La Tracalosa», y se emocionaron cuando les presentaron fotografías de armas tipo ametralladora, como la «cuerno de chivo», o vehículos como la camioneta Tahoe, preferida de los malos.

Le comentaba ese tema a la Directora de la UAMRA, Rosa Izel Acosta y me dijo que no tenía conocimiento de la encuesta.

No obstante, afirmó que si dicho trabajo se realizó en el 2013, era de pensarse que con los programas implementados por las autoridades, esa situación debió cambiar de manera favorable.

Más no es así.

Parte de los chamacos de la encuesta ahora son radieros, o punteros o marucheros, y otros están enterrados en fosas comunes en el panteón municipal.

Vemos que la situación desde entonces no solamente no ha mejorado, sino que ha empeorado terriblemente.

Yo le pregunto a cualquier legislador, sea senador o diputado, ¿prohibirán los narcocorridos algún día?

Están mal quienes dicen que si se prohiben sería atentar contra la libertad de expresión, pero eso no es cierto. Sabemos que hay una gran diferencia entre libertad y libertinaje.

Se trata de una libertad cuando se ejerce de manera responsable y redunda en beneficio de nosotros mismos o de los demas; cuando es todo lo contrario, cuando se hace apología de un delito, cuando se influye negativamente en la mentalidad de todo un pueblo, entonces hay que pensar que se trata de algo serio.

Déjolos con el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: «Me satisface la totalidad delos objetos costosos, es una concesión que la deidad me ha proporcionado». (Me gusta todo lo bueno, es un don que Dios me ha dado: Julión Álvarez).

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