AL VUELO/ Desastres

Por Pegaso

La temporada de huracanes es una de mis favoritas porque hay más cumulonimbus para retozar y echar la güeva.

Pero también es motivo de preocupación para miles de familias que viven en zonas bajas de la ciudad.

Ayer por la tarde se realizó un foro relacionado con la cultura de prevención civil, en el centro cultural, encabezado por la Diputada Federal María Esther Camargo y funcionarios de la Comisión Nacional de Emergencias.

Entre quienes hicieron uso de la palabra estuvo el representante de la Comisión Internacional de Límites y Aguas en Reynosa, David Negrete Arroyo.

El funcionario despertó la inquietud de los asistentes al señalar que Reynosa es completamente vulnerable ante un eventual huracán de categoría 4 o 5, similar al Álex, que azotó las costas de Tamaulipas en el 2010 y causó inundaciones a lo largo del río Bravo.

Negrete dijo que el bordo de protección no es suficiente para atajar grandes avenidas porque tiene varias «ventanas».

Eso significa que hay lugares por donde el agua puede llegar hasta las calles de la ciudad e invadir completamente el centro.

En el 2010 yo anduve volando por la margen del río, desde La Playita hasta el módulo CITEV de la aduana, y estuvo a unos cuantos centímetros del desborde.

La altura del bordo de contensión es de 33 metros sobre el nivel del mar, pero en aquel entonces el nivel superó los 32.5 msnm.

En una reunión que encabezó el alcalde de aquel entonces, Oscar Luebbert, se culpó a la Comisión Nacional del Agua por no prever la contingencia, ya que durante varios meses antes del meteoro las presas estaban casi a su máxima capacidad y no se hicieron las derivaciones necesarias.

Como consecuencia, cuando llegó la primera cresta a La Falcón, se tuvieron que abrir inmediatamente las compuertas y el río Bravo empezó a crecer peligrosamente.

La mitad de La Playita fue borrada del mapa, colonias como Los Patos, también desaparecieron bajo el agua y la circulación en el carril SENTRI se detuvo, porque la vialidad que se ubica frente al Módulo CITEV de la aduana quedó inundada por casi un mes.

No es la primera ocasión en que Reynosa enfrenta inundaciones serias.

En el período de Humberto Valdez Richaud, entre 2000 y 2001, se presentaron lluvias torrenciales que anegaron las colonias La Presa, parte de la Burocrática, Jacinto López, Arco Iris y Pedro J. Méndez.

Quién no recuerda aquella escena donde el alcalde interino, Betico, recorría las calles cubiertas de agua a bordo de una moto de agua, como si anduviera en un jet sky en Cancún o Puerto Vallarta.

Durante el primer año de la Administración de José Elías Leal, entre octubre de 2013 y febrero de 2014, ocurrieron lluvias puntuales que afectaron parte de las colonias Almaguer, Fidel Velázquez y otras del sector oriente.

Tuvo que pasar un año antes de que el Fondo para Desastres Naturales (FONDEN) derivara algún beneficio a los damnificados, consistente en vasos de plástico marca Patito con cobijas de 20 pesos y colchonetas de hule espuma.

¿Qué pasaría si nos pega un huracán de verdad? El titular de CILA, David Negrete sólo se persigna y se pregunta, ¿a dónde vamos a correr?¿Para dónde están las partes más altas de Reynosa?

Fue algo inquietante lo que dijo el funcionario, toda vez que desde el Behullah no hemos padecido un meteroro de tal fuerza y tamaño.

Reynosa no está hecho para recibir ciclones porque no contamos con un eficiente sistema de drenaje natural, ni mucho menos, un drenaje pluvial eficiente.

Si no están llenos de basura los drenes, la misma raza se encarga de llenarlos con colchones, cacharros, llantas y pañales cagados. No hay una cultura de prevención.

Ni duda me cabe que el cambio climático está provocando que haya huracanes cada vez más fuertes,-dijo Negrete, y puso como ejemplo al Álex, en el 2010.

A la fecha, la Temporada de Huracanes 2017 en el Atlántico ha estado floja y sólo algunos sistemas sin importancia se han asomado allá, por el Caribe, sin llegar a constituir una amenaza.

¡Pero espere!-como dicen los comerciales de productos milagrosos que se anuncian en la televisión.

De acuerdo con observaciones detalladas y estudio de trayectorias históricas de huracanes, en los meses de junio y julio los ciclones tienden a describir una curva descendente, lo que significa que si logran entrar al Golfo de México, se desviarán hacia el Istmo de Tehuantepec; hacia finales de julio, el mes de agosto y principios de septiembre, ¡cuidado! porque los huracanes se vienen derechito a la costa norte de Veracruz o a la de Tamaulipas.  Es en esos meses cuando son más intensos. Desde mediados de septiembre hasta el mes de noviembre, suelen irse hacia el norte, tocando las costas de Texas, Luisiana y Florida.

¿Por qué ocurre así? Por la Fuerza de Coriolis, un efecto derivado de la rotación terrestre.

Me acuerdo que yo le comentaba esa teoría al que fuera Director de Protección Civil en el trienio de Pepe Elías, Carlos Leal y éste me veía con ojos entrecerrados de sospecha, como diciendo: «Pegaso, ¿de cuál fumaste?»

Luego, las observaciones me dieron la razón, así que, salvo escasas excepciones, debemos estar más al pendiente de los huracanes a finales de julio, todo el mes de agosto y los primeros días de septiembre, porque nos puede pegar un buen huracán.

Aquí tenemos el refrán popular estilo Pegaso: «Me refiero a tu persona, al momento de incidir alguna precipitación pluvial, ¿gustas de percibir pequeñas esferas o grandes esferas de agua?» (Y a tí, cuando llueve, ¿te gusta ver gotitas, o ver gototas?) (Nota de la Redacción: A mí me gusta ver gotear).

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