AL VUELO/ Dieta

Por Pegaso

Andaba yo volando allá, cerca de la populosa colonia Juárez, donde una familiar de mi Pegasita nos había invitado a degustar los deliciosos tamalitos norteños recalentados, con su salsita molcajeteada y un rico cafecito de olla.

Y es que con el pretexto de las fiestas navideñas se nos olvida la dieta… sobre todo si en la Nochebuena nos ponen por delante unos suculentos trozos de pavo con su gravy, acompañado por un rico espaguetti verde y un delicioso puré de papa, cortesía de un excelente y fino amigo.

Si al principio del año nos hacemos el propósito de cumplir con la dieta y de hacer un poco de ejercicio para bajar un poco la lonjita, lucir nuestra rechoncha figura en alguna playa o balneario en Semana Santa y luego esforzarnos un poco más para no demeritar durante las vacaciones de verano, entrando el mes de noviembre llega la época de los atracones y ahí recuperamos todos los kilitos que con tanto esfuerzo habíamos perdido.

Alguien se quejaba por ahí que con sólo consumir unos cuantos gramos de alimentos con alto contenido de harina, azúcar o grasa, subía inmediatamente cinco kilos.

Parece exagerado, pero hay personas que parecen esponjas, e incluso el agua les engorda.

Por otro lado, habemos flacos correosos que poemos comernos un cerdo entero y continuamos tan delgados como un fideo. Es cuestión de genética.

Yo recuerdo, durante el trienio de Everardo Villarreal Salinas y luego el de Pepe Elías Leal, cómo las bodoquitos del zumba giraban como trompos chilladores durante cuatro o más horas al día y llevaban una dieta más o menos estricta, pero siempre lucían un cuerpecito de tololoche.

Ahora que, llegando las fiestas navideñas y de fin de año, todo mundo debe olvidarse de la dieta y guardar los aparatos de ejercicio hasta bien entrado enero.

En cada momento, en cada lugar al que vamos, hay tentaciones diversas. Unos tamalitos por acá, un champurradito por allá, unos buñuelitos por acullá… No podemos ir a visitar a algún familiar o amigo porque su mesa está llena de platos con deliciosos manjares que nos llaman a ingerirlos hasta ponernos como chinchitas.

Es por eso que Producciones Pegaso pone a su disposición su catálogo para identificar a los principales enemigos de la dieta en éstas fiestas decembrinas:

-Tamales: Se trata de un platillo de origen precolombino que se prepara a base de masa de maíz rellana de algún guiso como carne, vegetales, chiles, frutas, salsas y otros ingredientes. La masa etá envuelta en hojas de vegetales, principalmente de maíz, plátano, maguey, aguacate o acelgas.

La palabra provien del náhuatl tamalli, que significa envuelto.

Hay distintas variedades: Colorados, cambray, chuchito, de arroz, los que están preparados con carne de pollo, de cerdo, de venado o de frijolitos.

El contenido calórico viene dado por la cantidad de aceite o grasas que se utilizan en su elaboración, aunque en general, se trata de un alimento sano (153 calorías en promedio por unidad). El consumirlos en exceso es lo que provoca sobrepeso y remordimientos.

-Champurrado: Es una especie de atole elaborado con masa de maíz y chocolate, disueltos en leche o agua y procesado a fuego lento. Ideal para acompañar el resto de los platillos de temporada.

-Buñuelos: Se trata de una masa de harina que se fríe. Puede elaborarse en forma de bollo o de tortilla. Si atendemos a esta definición, incluso las populares donas de azúcar y los churros formarían parte de la familia de los buñuelos.

Es una preparación muy antigua de la cocina mediterránea y llegó a nosotros gracias a los españoles, durante la Conquista.

Tradicionalmente se les prepara con harina refinada y grasa vegetal. Para extenderlos se suelo usar un palote, como con las tortillas de harina normales, pero después se extiende sobre la mesa o sobre la rodilla utilizando una manta o tela limpia, hasta obtener un disco grande y delgado, que después se vierte en un cazo o sartén con aceite hirviendo.

Una vez que toma un color dorado, se le saca y se deja enfriar un poco antes de aplicarle una generosa capa de azúcar y canela.

Se come acompañado por un espumoso chocolate, un champurrado o un rico café de olla.

Este sí es un alimento hiupercalórico, ya que cada buñuelo aporta al organismo 462 calorías, provenientes de la harina, el azúcar y la grasa utilizadas en su confección.

-Colaciones: Cuando vamos a alguna posada no faltan las colaciones y los dulces. La colación es una pequeña esfera, no más grande que una canica, elaborada con azúcar, con un corazón de cacahuate y pintada en su exterior de varios colores comestibles, como rosa, azul, amarillo o verde.

-Gravy: Directamente de la gastronomía inglesa, vía gringolandia, nos llegó el gravy. El gravy es una salsa elaborada con extractos procedentes de los jugos de cocción de carnes y verdura. Cuando se prepara el pavo navideño se reservan los jugos de la cocción, los cuales se mezclan con algunos componentes sólidos provenientes del relleno. El resultado es una riquísima salsa que concentra todo el sabor y enriquece la carne magra del pavo. También se puede hacer con otras carnes, como el pollo, el cordero o el cerdo.

A consecuencia de su alto contenido graso, cada porción puede aportar alrededor de 180 o 200 calorías.

Y esa es sólo una probadita.

Las fiestas navideñas y de fin de año están repletas de tentaciones culinarias.  Es por ese motivo que, después de una temporada de excesos, como que nos entra el remordimiento y nos hacemos el propósito de bajar unos kilitos a partir de enero; pero sólo algunos de nosotros llegamos a cumplir nuestros planes de llegar a ser varitas de nardo y no hacer el ridículo en las playas o balnearios, durante la temporada primaveral o veraniega.

Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso que dice: «Posees la expresión de deseo maligno del ave de la familia Passeriforme; las extremidades inferiores de escaso grosor y los glúteos suculentos». (Tienes la maldición del tordo; las patas flacas y el culo gordo).

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