Al Vuelo/ Feminismo

Por Pegaso

Va un chavo sentado en una banca. Enfrente de él está una curvilínea chica.

El joven cruza la pierna, y ella lo imita. Cruza los brazos y ella lo imita. Tamborilea la banca con los dedos, y ella lo imita.

Al notar esto, el chavo decide hacer una prueba: Se quita un zapato y ella lo imita. Se quita el otro, y ella le sigue. Se quita el saco, y ella también. Se quita la camisa para quedar en camiseta, y ella se quita la blusa para quedarse sólo con el brassier. Por último, él se quita la camiseta y queda con el torso desnudo. Ella, en lugar de imitarlo, agarra sus prendas, se para y se va, toda enfurruñada.

¿Verdad que no somos iguales?

En la Naturaleza, los roles femenino y masculino son diferentes. El macho de la especie se va en busca de alimentos mientras que la hembra permanece en la guarida, cuidando a las crías.

En la prehistoria, tanto el Neanderthal como el Cro Magnón salían por largos períodos de tiempo, a veces recorriendo varios cientos de kilómetros en busca de presas, en tanto que las mujeres cuidaban a los niños y recolectaban raíces.

El hombre es fuerte, la mujer delicada.

Antes, como hoy, la mujer prefiere al hombre alto y robusto que al débil, porque eso le garantiza un buen proveedor y protector.

Por el contrario, el hombre prefiere a las mujeres con nalgas y pechos prominentes porque eso garantiza que la cría será bien alimentada y crecerá sana.

Los roles sociales se definieron a lo largo de la historia de la Humanidad.

Como decía el Jefe Diego: «El viejerío a la cocina», o como decía Fox: «Las mujeres son lavadoras de dos patas».

Pero luego vinieron los movimientos emancipadores de la mujer y la mayoría de ellas quisieron ser iguales que los hombres.

Biológicamente es imposible. Aún cuando decidan hacer el cambio de sexo y les implanten un pene, seguirán teniendo las cromosomas y su cuerpo producirá las mismas hormonas femeninas.

La ley garantiza la igualdad de derechos, y así, cada mujer es libre de votar, al igual que los hombres, y cada fémina puede hacer casi cualquier deporte que practican los hombres.

En algunas partes aún ganan ellas menos que ellos, pero en eso siguen trabajando los legisladores.

Al igual que la chica del inicio, la mujer es hermosa por ser lo que es, y por que aún guarda cierta dosis de pudor.

A diferencia de los machos de pelo en pecho, las mujeres poseen una ternura innata, necesaria para cuidar y proteger a su descendencia.

Las que se quejan de violencia, muchas veces son parte del problema o lo solapan.

En la delegación de policía ocurre muchas veces que llega una dama con negros moretones en la cara y el cuerpo, pidiendo que metan a la cárcel al viejón, porque la agarró de piñata.

Al día siguiente llega arrepentida, llorando, pidiendo que suelten a su marido, porque le hace falta el sustento que éste le proporciona. A eso se llama amor apache.

Por eso muchas han optado por ser madres solteras y vivir solas. Pronto veremos una sociedad mayoritariamente compuesta por familias matriarcales y el hombre sólo tendrá el triste papel de semental y proveedor.

Por eso, en las redes sociales se pueden ver viñetas donde se muestra a un viejo pobre, mirando tristemente a una suculenta dama que pasa a su lado, mientras que en otro recuadro, otro hombre de la misma edad, siendo apapachado por la misma mujer.

«Si eres pobre eres un viejo rabo verde; si eres rico, eres un hombre interesante»,-dice el mensaje anexo.

Una variante de lo anterior es lo siguiente: Si eres feo y le lanzas un piropo a una fémina, ésta te responde con una cachetada o un gesto de asco; pero si eres guapo, se te lanza a los brazos o te tira los choninos.

Hay que entender que la mujer no es igual que el hombre, pero sus derechos sí deben ser los mismos.

¡Viva la diferencia!

Finalizo mi colaboración de hoy con el dicho estilo Pegaso: «¡Ayuda, pierdo el sentido!¡Absténgase de emitir cualquier palabra, geronte con instintos lésbicos!» (¡Auxilio, me desmayo!¡Cállese, viejo lesbiano!)

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