AL VUELO/ Marte

Por Pegaso
No es lo mismo: «Quiero llegar a Marte» que «quiero llegar a amarte», como tampoco es lo mismo: «En la calle Zaragoza» que «Sara goza en la calle», o si decimos: «Huele a traste» o «atrás te huele».
Todo eso viene a cuento porque después de mi vuelo vespertino me puse a ver las noticias más relevantes del día, y una de ellas fue el anuncio que hizo El Trompas, alias el Presidente de los Estados Unidos, de que piensan alunizar dentro de poco tiempo para establecer en nuestro satélite natural una base que permita al hombre poner sus plantas por primera vez en el planeta Marte.
Pero no es lo mismo llegar a la Luna que llegar a Marte.
En 1969, la nave espacial Apolo 11 logró aposentarse en la superficie de La Luna, a pesar de los conspiranoicos que creen que todo fue un montaje en un set cinematográfico de Hollywood.
Para ello fue necesario poner en juego todos los adelantos tecnológicos habidos y por haber en aquella época, cuando las computadoras eran del tamaño de una casa del INFONAVIT.
Son 384 mil kilómetros los que nos separan de la Luna, «un pequeño paso para el Hombre, pero un salto gigantesco para la Humanidad», como dijo Armstrong.
Pero otra cosa es querer llegar a Marte, que está a una distancia media de 225 millones de kilómetros, más de 700 veces la distancia que tuvo que recorrer el Apolo 11 para alunizar.
Por cierto, no se dice «atterriar en la luna» porque hay términos específicos para cada planeta, y así, es válido decir alunizar, cuando una nave se posa en la Luna, o amartizó, cuando lo hace en
Marte, o asolizó, cuando en el Sol, o ajupiterizó, cuando llega a Júpiter, etcétera, etcétera.
No es correcto decir «amarizó» o «acuatizó» cuando llega al mar, aunque esas palabras sí se incluyen en el Diccionario de la Lengua Española, sin embargo, eso nos llevaría a consolidar como válidas también las palabras «aamericanizó», cuando una nave se posa en América, o «amexicanizó», cuando lo hace en México, o «atamaulipatizó», cuando ocurre en Tamaulipas, «arreynosizó», cuando en Reynosa e incluso, «aalmaguerizó», cuando aterriza en la Almaguer.
Después de esta aportación cultural que da para algún debate filosófico-literario, es bien sabido que hay teorías medio descabelladas que aseguran que le hombre no llegó a la luna.
De hecho, sí ocurrió. La nave Apolo 11 fue una misión espacial tripulada de los Estados Unidos cuyo objetivo fue lograr que un ser humano caminara por la superficie de la luna.
La misión se envió al espacio el 16 de julio de 1969 y llegó a la superficie lunar el 20 de julio de ese mismo año, es decir, tardó 5 días en llegar.
Las transmisiones que se hicieron nos mostraron a un entusiasmado Armstrong que andaba brincoteando de acá para allá y acullá, seguido de Aldrin. Sé de buena fuente que Aldrin le propuso a Armstrong jugar una cascarita en la Luna pero no se pudo por cuestión de tiempo.
Llegar a la Luna, en aquella época, era cuestión de orgullo para las dos grandes potencias mundiales, la URSS y los Estados Unidos.
Los rusos llevaban la ventaja porque fueron los primeros en llevar a un ser vivo al espacio, creo que a un perrito llamado El Chilaquil (Nota de la Redacción: Pegaso no está bien informado en ese punto. El nombre de la perrita que era Laika).
Bueno, el caso es que los gringos no quisieron quedarse atrás y decidieron que tendrían que poner una banderita en la superficie lunar.
Todo parecía suponer que seguirían los esfuerzos por llevar a más gente a la Luna, y de hecho, en 1972 se volvió a lanzar una nueva misión donde el astronauta Eugene Cernan fue el último en pisar la superficie lunar, pero a partir de ahí, los programas espaciales se fueron al traste.
¿Qué pasó?-se preguntan los conspiranoicos.
La respuesta es el costo.  Llevar al hombre por primera vez a nuestro satélite natural costó 25 mil millones de dólares, lo que representa en la actualidad unos 170 mil millones.
Aún con toda la fortaleza de su economía, ni la URSS ni USA quisieron seguir invirtiéndole en la carrera espacial y mejor prefirieron hacerlo aquí, a ras de la tierra con la carrera armamentística, pero ese ya es otro tema.
El tema vuelve a la actualidad con la idea del Trompas de hacer una base lunar y usarla para llegar hasta Marte, una misión que costará muchos miles de millones de dólares.
Ahora sólo falta que diga que los mexicanos tenemos que pagar el viajecito.
Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso: «Individuos originarios del planeta Marte han arribado en estos momentos, y lo hicieron danzando al ritmo de un tipo de melodía denominada cha cha chá». (Los marcianos llegaron ya, y llegaron bailando cha cha chá).

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