AL VUELO/ Mirey

Por Pegaso

Luego de surfear un poco entre cúmulos y cirros, esta mañana, me puse a hojear las páginas electrónicas para ilustrarme un poco más acerca de los quehaceres de la gente sin quehacer.

Y me topé con un artículo que ya no es noticia, pero que a alguien se le ocurrió que sería buena idea reciclar: Las mujeres de Luis Miguel.

Para empezar, no sé siquiera si sea este tema que valga la pena mencionar, pero me arriesgaré, a riesgo de aburrir mortalmente a mis dos o tres lectores.

Según la crónica, han pasado por las armas de Luis Mirey las siguientes celebridades: Aracely Arámbula, Genoveva Casanova, Kate del Castillo, Lucía Méndez, Daysi Fuentes, Mirka Dellanos, Sofía Vergara, Mariana Yazbek, Britny Gastineau, ¡Adela Noriega!, Gabriela Sabatini, ¡Salma Hayek!, Sasha Sokol, Paty Manterola, Pilar Montenegro (creo que les dio vuelta a todas las Flans, Pandoras y Timbirichas), Alicia Machando y ¡Lucero!, sin contar las del montón.

El cantante de los dientes de peineta al revés fue vivillo desde chiquillo, porque ya desde sus inicios se le veía persiguiendo a sus compañeritas de Juguemos a Cantar detrás de los escenarios.

Era un contento verlo con su melenita de cazuela, rubiecita rubiecita, enfundado en un trajecito blanco con dorado, levantando las nalguitas y gritando: «¡Somos dos, dos enamoradooooossss!»

Ahora, a chorromil años de distancia, sigue siendo una celebridad, pero ahora ya se le ve la lona, está cachetón y ha hechado su buena panza tequilera.

Considerado por algunos como el mejor cantante de música popular de América Latina, atrae a las más bellas mujeres como moscas a la miel.

No creo que sea por sus billetes, porque lo que tiene lo debe a Hacienda, ni a su buen físico, porque eso también ya pasó a la historia.

Es más bien que las féminas adoran a los famosos.

Un tipo puede estar más feo que Danny Trejo, pero si es famoso puede gozar del himeneo con cuanta chava se le ponga enfrente.

A final de cuentas, recordemos aquella famosa frase de El Trompetas: «Cuando eres famoso ellas te dejan hacerle lo que quieras, hasta agarrarlas por el coño». (Nota de la Redacción: Ja, ja, ja, ese Pegaso es un loquillo).

Los dejo con el refrán mexicano: «Aproximóle el ‘rustáceo». (Le arrimó el ‘amarón).

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