AL VUELO/ Resentidos 

Por Pegaso 

“La actitud resentida. En su niñez, estas personas nunca sintieron que el amor y afecto que sus padres les daban era suficiente; siempre estaban ávidas de más atención. Esta sensación de insatisfacción y desilusión se prolonga toda la vida. Jamás reciben el reconocimiento que merecen. Son expertas en analizar el rostro de los demás en busca de posibles señales de falta de respeto o desdén. Ven todo en relación consigo mismas; si alguien tiene más que ellas, es un signo de injusticia, de ofensa personal. Cuando sienten esa falta de respeto y reconocimiento, no arden en cólera; son cautelosas y les gusta controlar sus emociones. En cambio, incuban el dolor, y la sensación de injusticia no hace más que aumentar a medida que reflexionan en ella. No perdonan con facilidad. En algún momento se vengarán, con un acto de sabotaje o agresión pasiva astutamente diseñado. 

Como tienen un continuo sentimiento de agravio, tienden a proyectarlo en el mundo y a ver opresores en todos lados. Así, suelen convertirse en líderes de quienes se sienten excluidos y oprimidos. Si estas personas obtienen poder, pueden volverse muy crueles y vengativas, capaces al fin de desahogar su rencor en diversas víctimas. En general, poseen un aire de arrogancia; están por encima de los demás, aun si nadie lo reconoce. Alzan demasiado la frente y suelen adoptar una sonrisita de suficiencia o una mirada desdeñosa. Ya mayores, son propensos a elegir batallas mezquinas, incapaces de contener el rencor que han acumulado con el paso del tiempo. Su amargura aleja a mucha gente, así que terminan aliándose con quienes tienen la misma actitud que ellas, con los que forman una comunidad. 

Si tratas con personas de este tipo, toma precauciones extremas. Aunque sonrían y parezcan agradable, te escudriñan en busca de una posible ofensa. Reconócelas por la historia de sus batallas y sus repentinos rompimientos con otros, así como por lo fácil que juzgan a los demás.” (Robert Greene. Las Leyes de la Naturaleza Humana. Editorial Océano. Pág: 250 y 251). 

No soy yo. Lo dicen los expertos. 

Otra característica que pueden tener los resentidos es su gran carisma. 

Toda su vida han estado inconformes, así que buscan a otros igual que ellos para ganar poder. Cuando lo tienen, generalmente imponen sus condiciones y son increíblemente necios porque, aunque se les demuestre que están equivocados, tienen otros datos y consideran que los demás están equivocados. 

Crean enemigos por todos lados. Desarrollan un agudo delirio de persecución y siempre están a la ofensiva porque estar a la defensiva les causa una enorme ansiedad. 

Ansiedad que, a final de cuentas, puede llevarlos a un estado paranoide, como ocurrió con el emperador romano Tiberio quien “casi siempre llevaba la cabeza orgullosamente en alto, (…) Callaba casi siempre, hablaba solo de vez en cuando (…) E incluso entonces lo hacía con extrema renuencia, al tiempo que ejecutaba un gesto desdeñoso con los dedos. (…) Se dice que repetía en sus últimos años: “Después de mí, ¡que el fuego destruya la Tierra!” A su muerte, Roma estalló en júbilo; la multitud expresó su sentir con la famosa frase: “¡Al Tíber con Tiberio!” (Cita entrecomillada textual del mismo libro). 

Moraleja: Cuidado con los resentidos. Pueden hacer mucho daño. 

Y el refrán estilo Pegaso dice así: “Con tales fraternos, ¿con qué propósito buscas antagonistas?” (Con esos amigos, ¿para qué quieres enemigos?) 

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