Al Vuelo/ RIP

Por Pegaso

No. No basta con cambiar de Presidente. El PRI debe renovarse desde sus cimientos si es que desea dar pelea en las siguientes elecciones.

Tras mi vuelo nocturno, allá, por el rumbo de la CANACO de Reynosa, me puse a analizar el tema que actualmente ocupa la atención nacional.

René Juárez Cisneros, alias «El Quihubo, brother», se convirtió en el nuevo dirigente nacional del Revolucionario Institucional, en sustitución de Enrique Ochoa Reza, alias «El Clavillazo».

A los meros cacaistones del PRI no les ha caido el veinte, a pesar del deshonroso tercer lugar que tienen en las encuestas y que muy difícilmente podrán remontar.

Es más, si el candidato José Antonio Meade Kuribreña, alias «El Mid», se apendeja, hasta Josefina Vázquez Mota, alias «La Chepina», le dará alcance, como ya lo decía en tono burlón  Andrés Manuel López Obrador, alias «El Peje».

El cambio de mandos a media campaña sólo evidencía una cosa: el barco hace agua y se hunde aceleradamente.

René Juárez, emanado de la más pura heterodoxia del PRI, acostumbrado a mamar de la ubre pública, no es la solución para mantener la nave a flote.

El Revolucionario requiere de una cirugía mayor, no sólo un toque de bótox, para seguir en el juego donde se mueven mayúsculos intereses.

Ya en una colaboración anterior había hecho yo la aguda reflexión de que el PRI necesita morir y volver a nacer, como el ave Fénix.

Ya lo ha hecho en ocasiones anteriores, cuando ha entrado en crisis profunda como la actual.

En 1928 surge de la mano de Plutarco Elías Calles como Partido Nacional Revolucionario (PNR); luego, en 1938, Tata Lázaro le aplicó la quebradora para cambiarle el nombre a Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y quedar finalmente, a partir de 1946 como Partido Revolucionario Institucional (PRI), conservando los colores originales de la bandera nacional: verde, blanco y rojo.

Durante todo ese tiempo, y hasta 1988, el PRI tuvo la hegemonía electoral, hasta que en ese año ganó la elección el primer gobernador de oposición, Ernesto Ruffo Appel, en Baja California Norte.

A partir de ahí todo fue cuesta abajo. Vinieron los triunfos de candidatos panistas en varios Estados, la victoria del PRD en el Distrito Federal y finalmente, en el 2000 ganó la Presidencia de la República Vicente Fox para el PAN.

Recomendaba yo, Pegaso, en esa colaboración anterior, que el PRI debía cambiar de dirigentes, de logotipo, de nombre y de colores.

A continuación voy a sugerir otros bonitos nombres como opción para el nuevo partido que seguramente nacerá tras las elecciones presidenciales del 1 de julio:

-Partido Nacional Salinista (PNS), con el logotipo de unas grandes orejas y un brillante casquete. Infalible.

-Partido de la Institución Nacionalista Con los Huevones y Espurios (PINCHE). Su emblema, una mano levantando el dedo medio. Su lema: Antes morir que trabajar.

-Partido Único del Pelón Ojete (PUPO). Se explica solo.

Cualquiera de ellos le quedaría pintadito al nuevo instituto político.

Y termino mi colaboración con el refrán estilo Pegaso: «Es idéntica hembra de Felis familiaris, solamente ha sufrido una contorsión». (Es la misma gata, nomás que revolcada).

Notas Relacionadas

Deja tu comentario