AL VUELO/ Rococó

Por Pegaso

Amigos míos.​

Estamos en la alborada de una nueva época, o mejor aún, estamos empezando a revivir la parte de la historia en que los hombres usaban maquillaje, medias y peluca.​

Después de mi vuelo vespertino me pusea a hojear algunas páginas de Internet y, ¿qué creen que encontré?​

Un artículo donde se pregunta a las mujeres si estarían dispuestas a que su novio se maquille, ya que eso representa la nueva tendencia de la moda.​

Ya antes había visto algo similar. Un curioso video en el que una marca de lencería hace la presentación de las primeras tangas con encaje para caballeros.​

Me quedé anonadado, patidifuso, boquiabierto y algo apendejado.​

¿A qué genio se le pueden ocurrir esas cosas? Y alguien comentaba por ahí: «Esto rompe paradigmas». ¿A quién demonios le interesa romper tal paradigma?​

¡Ya me imagino a los bragaos y echados pa’delante machos mexicanos usando sus calzoncitos de encaje con florecitas!​

Desde niños nos enseñaron que el hombre debe tener las tres efes: Feo, fuerte y formal. (Nota de la Redacción: Pegaso, tú sólo tienes la primera F).​

Sin embargo, poco a poco han surgido innumerables clasificaciones, desde los muy machos, machos, hasta los más lilos, lilos.​

La gama de preferencias y prácticas sexuales incluye al heterosexual, a la lesbiana, al transexual, al homosexual, al metrosexual, al bisexual, al asexual, al pansexual, al demisexual, al lithsexual, al autosexual, al antrosexual, al polisexual y párele de contar.​

Todo ese menú de opciones empezó a ser más complejo a raíz de la globalización y la llegada del Internet, sin embargo, en la época de los Luises, el estilo rococó era lo in.​

En Francia, allá por los años 1600 y 1700, los viejones de billete no salían a la calle sin su peluca larga, blanca y con abundantes rulos, sus medias ajustadas, sus finas sandalias de ante, su faldón de seda, el maquillaje en los ojos, mejillas y labios, y por supuesto, tenían que cubrirse con finos perfumes para evitar los malos olores, puesto que muy raramente se bañaban.​

La nueva era rococó les va a exigir a quienes adopten la novedosa tendencia «para romper paradigmas», depilarse los vellos de las piernas, las axilas y la «zona v», hacerse el permanente, maquillarse bien los labios y cachetes, ponerse sombra en los ojos y unas tupidas pestañas de azotador. También usarán medias de malla, minifaldas, brassiere y por supuesto, su tanguita de encaje.​

Se acabaron aquellos tiempos del romanticismo, en los que el varón se paraba frente al balcón para cantar una inspirada canción a la luz de la luna, el abrirle a la dama la puerta del auto, el llevarle flores sin ningún motivo especial y el pagar la cuenta en el restaurant. ​

Ahora los dos miembros de la pareja, hombre y mujer, lucirán casi igualitos. Es más, hasta se podrán intercambiar los labiales sin ningún problema.​

Todo eso, por supuesto, si los promotores de esas modas bizarras logran su cometido de convencer a los chavos a que «rompan paradigmas».​

Por cierto, hay un chistorete cruel que dice: «Eres gay si tienes billetes; si no los tienes, eres un pinche joto».​

Los dejo con la inspirada frase estilo Pegaso: «¡Socorro, pierdo el conocimiento!¡Silencio, geronte que experimenta predilección por las féminas!» (¡Auxilio, me desmayo! ¡Cállese, viejo lesbiano).​

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