AL VUELO/ Tizoc 

Por Pegaso 

Ya han pasado 74 años y aún nadie ha conseguido comprender qué fue lo que quiso decir el indio Tizoc (Tizoc, amor indio. Estrenada en 1956. Director: Ismael Rodríguez. Protagonistas: Pedro Infante, María Félix, Alicia del lago, Eduardo Fajardo, Julio Aldama y Andrés Soler) cuando le cantó a la niña María aquella canción que decía: “Te quero más que a mis ojo/ más que a mis ojo ti quero; pero quero más a mis ojo,/ pero quero más a mis ojo/ porque mis ojo ti vieron”. 

No sé, pero creo que existe una contradicción en lo que cantaba el aborigen con fleco de código de barras. 

Empieza diciendo que la quiere más que a sus ojo, lo que constituye un error de sintaxis muy evidente, porque resulta obvio que los seres humanos tenemos dos ojos, además de que la frase utiliza un artículo en plural y un sustantivo en singular. 

Pero además, hay una contradicción semántica. En el tercer verso dice que no, que en realidad quiere más a sus ojos, porque con ellos la vio. 

Tizoc, para quienes no lo saben, fue el último descendiente de la raza tacuate, originaria de Oaxaca, donde sus antepasados fueron reyes o algo por el estilo. 

En la película en comento, el indio ve a la arrogante, altiva y veleidosa mujer, cuya belleza se le figuró la de la virgen María. 

Pero, ¡oh, coincidencia! resulta que también el personaje se llamaba María, y para colmo, la artista que la encarnó también era María, María Félix. 

Total, él se enamora hasta el tuétano, pero más se emocionó cuando imperceptiblemente, la Doña, perdón, María dejó caer su pañuelo, Tizoc lo levanta para dárselo y ella le dice que se quede con él. 

Lo que no sabía la chamacona es que esa era una costumbre muy arraigada en aquellos lugares y significaba un compromiso matrimonial. 

Quienes vimos la película varias veces, sabemos que Tizoc se arranca a solicitar una casa del INFONAVIT, mientras tanto, a su alrededor se teje toda una intriga, pues una indita patarrajada ya andaba sobre sus huesos y no está dispuesta a perder su amor. 

Total, después de agarrarse a machetazos con su suegro y su cuñado, se roba a la niña María y se la lleva al monte, donde le enseña su flamante casa. Y es ahí donde le canta la famosísima canción del taquero: “Taquero, más que a mis ojos, más que a mis ojos taquero”. 

El idilio no llega a concretarse, porque la familia de la niña María no quiere emparentar con un indio y él está empecinado en que la chava le dé el tesorito. 

Al final todo termina en drama, porque alguien le pega un pajuelazo a la ruca y Tizoc no quiere quedarse atrás, así que agarra su machete y se hace el harakiri. (Nota de la Redacción: Esto último es una interpretación libre de Pegaso, porque ya no se acuerda dl final. Además, en Oaxaca no había samuráis en aquella época). 

Si alguien quiere ver completa la película, tiene que esperarse hasta que algún canal de televisión la vuelva a transmitir, porque al menos yo no la encontré en Internet. 

Por cierto, el resto de la canción dice así: “Y si tú los queres,/ ti los entriego niña/ pos ya sabes que eres tú/ para quen quero mis ojos.” 

¡Viene el refrán estilo Pegaso: “En la ocasión en que el ave denominada Strix occidentalis emite un sonido ululante, el indígena perece”. (Cuando el tecolote canta, el indio muere). 

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