AL VUELO/ Xenofobia

Por Pegaso

Qué cojonudo el Presidente de Argentina, Alberto Fernández, cuando en rueda de prensa, con cobertura internacional, frente a un representante del Gobierno español, quiso lucirse citando una frase del escritor mexicano Octavio Paz.

“Escribió alguna vez Octavio Paz que los mexicanos salieron de los indios, los brasileños salieron de la selva, pero nosotros los argentinos llegamos de los barcos. Eran barcos que venían de Europa”,-salió de su ronco pecho.

Casi de inmediato, mediante las redes sociales, la raza se le fue al cuello por su expresión de tinte xenofóbico, sacada de contexto.

Lo que en realidad escribió el Premio Nobel de Literatura fue que “Los mexicanos descienden de los aztecas, los peruanos de los incas y los argentinos de los barcos”, frase que retomó de la canción “Llegamos de los barcos”, del compositor pampero Lito Nebbia.

La verdad, la verdad, es que los argentinos siempre se han considerado los europeos de América y se sienten cagados por Dios.

Platique con un argentino, si tiene oportunidad, y verá cuantas fanfarronadas se avientan por minuto.

“Ché boludo. Sos un atorrante si pensás que nosotros los argentinos no somos los mejores”,-dirán.

Argentina tiene herencia española, como los mexicanos, pero también tiene una fuerte influencia italiana.

Por ejemplo, el apellido del más famoso futbolista, Diego Armando Maradona, es italiano, al igual que el del Papa Pancho I, que se llama Francisco Bergoglio.

Incluso el diseño de sus ciudades está pensado al estilo europeo. Cuando uno recorre la Avenida 9 de Julio, se siente como si estuviera en París o en Madrid. (Nota de la Redacción: Hacemos la aclaración que el autor jamás ha estado en Argentina. Cuando afirma que recorrer la Avenida 9 de Julio se siente como estar en Europa, es una frase retórica y no la descripción de una experiencia real).

De cualquier manera, el mandatario no debió decir lo que dijo, porque fue interpretado como un comentario racista que ataca fibras sensibles de los habitantes de otros países, México, por ejemplo, donde somos medio sentidos y no nos gusta que nos digan indios patarrajadas.

Sabedor de que regó el tepache, en su cuenta de Twitter corrigió el punto al asegurar que no quiso ofender a nadie, aunque manifestó el orgullo que tiene su pueblo de la diversidad étnica y cultural.

Sirva este episodio para que los mandatarios de todas las naciones piensen mucho lo que van a decir, porque después, aunque se echen para atrás, ya no van a poder borrar la quemadota que se dan.

Como cuando nuestro ilustre Pejidente ALMO recibió a la Vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris nombrándola Presidenta, y equivocándose en el nombre.

Ahora, en la época del Internet y las redes sociales, ya no puede una figura pública cometer ese tipo de errores.

Llegará el momento en que tendremos que contratar a algún especialista en Filología y otro en Semiótica para que nos indiquen qué frase o qué expresión debemos utilizar.

Recordemos que las palabras, una vez lanzadas, son como las flechas. Y aunque queramos corregir, ya no habrá vuelta atrás.

Por eso mismo, aquí nos quedamos con el refrán estilo Pegaso: “El vertebrado acuático a través del orificio bucal perece”. (El pez por la boca muere).

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