«Quiero enfrentar a los mejores sin darle prioridad al negocio»

Ciudad de México.- A ojos de un aficionado nostálgico, uno de vieja escuela, el boxeo es una suerte de práctica de honor donde el coraje es el capital más preciado. Hay una mística y un sacrificio de por medio que hacen del peleador y su público una suerte de comunidad de iniciados. A esa estirpe pertenece Emanuel Vaquero Navarrete, triple campeón mundial que buscará en mayo un nuevo título, el vacante de los ligeros por la OMB. Se trata de un monarca que transita entre el éxito incuestionable y la discreción digna.

En tiempos en que los peleadores y sus equipos se mimetizan en empresarios que eligen rivales como tiburones que invierten su capital en la bolsa de valores, Vaquero pertenece a una clase de púgiles con una ética estricta enraizada en el boxeo más clásico.

Muchos peleadores hoy son como empresarios que estudian con demasiada frialdad a sus rivales y combates que les convienen a sus intereses financieros y está bien, lo respeto, dice Vaquero cuando falta menos de un mes para intentar entrar en ese selecto grupo de mexicanos que han conquistado campeonatos en cuatro categorías. Esto sólo lo han logrado Saúl Canelo Álvarez, Leo Santa Cruz, Erik Terrible Morales y Jorge Travieso Arce.

“El boxeo ha evolucionado demasiado como industria. Canelo es el mejor ejemplo y lo explica de manera muy clara. Nadie puede reclamarle nada”, comenta Emanuel.

Canelo es un boxeador sofisticado y ha logrado ser exitoso en este negocio como muy pocos. Es un peleador que tiene muy claras sus metas y cada una la está logrando. Pero no me veo como un peleador de ese tipo, creo que soy muy distinto en ese tema”, advierte.

Si algo ha cambiado, no sólo en el boxeo, es la velocidad y el volumen de la difusión de la información. Las redes sociales amplifican y detonan noticias y personajes con una celeridad y contundencia que antes era impensable, considera Vaquero.

Por ejemplo, Ryan García, el peleador estadunidense de origen mexicano que el sábado derrotó a Devin Haney, goza de una fama propia de un campeón de largo recorrido, a pesar de que sólo ha ganado un cetro interino del Consejo Mundial de Boxeo.

El joven púgil, sin embargo, cuenta con una legión de seguidores en redes sociales, más de 11 millones en Instagram y casi un millón en X (antes Twitter), que lo han encumbrado como si fuera una figura pop en Estados Unidos.

Hoy un boxeador hábil para conducir su carrera puede subir noticias o videos, polémicos o no; se hace viral y nadie lo detiene, plantea Emanuel Navarrete.

Esa influencia en redes puede ir de la mano de grandes bolsas que piden y les pagan a algunos boxeadores. La promoción hoy toma en cuenta todo ese ruido que provocan las figuras en los medios actuales, agrega.

Los ídolos del pasado, piensa Vaquero, como Rubén Púas Olivares, Carlos Zárate, Lupe Pintor u otros que rayan en el mito, a pesar del éxito que tuvieron en su época, estuvieron limitados a ciertas zonas en el mundo. Dependían del eco de medios locales, periódicos y noticieros convencionales cuyo influjo era sólo del lugar.

Vaquero tiene cuenta en Instagram, reconoce, pero la usa como cualquier persona anónima. No vive al pendiente de los me gusta que recibe ni lleva una bitácora de su vida diaria.

No tengo un equipo que me siga a todas partes grabando mis actividades diarias ni tengo una persona especializada en alimentar mis redes, afirma.

Antes que otra cosa soy un boxeador y estoy convencido que mi trabajo es gustar con lo que hago en el cuadrilátero y no con lo que publico en las redes sociales, sentencia.

El reciente triunfo del mexicano Isaac Pitbull Cruz como nuevo campeón mundial en peso superligero por la AMB abrió la puerta para un posible combate contra Emanuel Vaquero Navarrete.

Aún faltan una serie de circunstancias para que eso sea posible, pero se antoja como un cruce que interesaría a los aficionados más recalcitrantes del boxeo en México y Estados Unidos. Pitbull con su estilo imbatible y feroz, Vaquero con su inteligencia y pulcritud en el cuadrilátero, son una combinación suculenta.

Para eso será muy importante mi pelea del próximo mes ante el ucranio Denys Berinchyk. Es una categoría en la que nunca he peleado y necesito saber si soporto la pegada en ese peso. Uno debe saber si es capaz de lastimar en una división, no se pueden dar ventajas. Sin la capacidad de hacer daño y soportar el castigo, no es posible hacer el trabajo en el cuadrilátero.

En unos tres años, Vaquero dejará el boxeo. Le ha consagrado tanto tiempo y esfuerzo, que se ha perdido otras experiencias que aún puede disfrutar un hombre que apenas tiene 29 años de edad.

Por eso quiere elegir muy bien sus batallas en lo sucesivo. Elecciones que partirán no de la comodidad deportiva o la ambición financiera, sino del honor y orgullo que implican. No sólo Pitbull Cruz, sino también Gervonta Davis o Va-syl Lomachenko.

No importa el resultado que obtenga, en el boxeo uno siempre asume un riesgo real en cada pelea, lo que quiero es estar con la consciencia tranquila de pelear contra lo mejor de cada división y que estén en su mejor momento. Dejo de lado el tema del eco en los medios de comunicación o redes sociales, esa no es mi prioridad, tampoco la bolsa financiera en juego, nunca lo ha sido, sino el orgullo y el logro que significa un combate genuino, asienta.

Sin la ansiedad de un influencer que busca aumentar sus vistas en los canales de difusión y sin la voracidad que hace salivar a los tiburones empresariales, Vaquero Navarrete se quiere marchar con un sentimiento de decoro que roza la elegancia.

En tres años me voy y quiero irme con la satisfacción de haber enfrentado a lo mejor de cada división en la que estuve sin darle prioridad al negocio por encima del orgullo. Nadie puede acusarme que puse condiciones económicas para aceptar una pelea. No me importa si parezco un campeón discreto, prefiero eso pero irme con mi prestigio intacto de peleador genuino, asegura Emanuel.

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