Por Pegaso
Acuso recibo de la respuesta que me envió mi cuate “El Cachas de Oro” en relación con la columna del día de ayer intitulada: “COVID”.
A continuación, reproduzco íntegra la contestación enviada a la bandeja de mi correo electrónico, y dice así:
Buenos días.
Pues yo creo, que se prepare la humanidad para la construcción de módulos, en donde se puedan desarrollar nuevamente actividades en talleres artesanales familiares, granjas domésticas, micro empresas para satisfacer las necesidades más básicas, y el desarrollo de rutas de abastecimiento urbano, así como se hace actualmente con: el panadero con el pan; compre o mande, mande o compre a su niño por los chicharrones de res; para que meterse a la cocina, si llegaron los tamalitos; las tortillas; el agua purificada con los más altos estandares de calidad; el gaaassssssssssssss.
En caso de que no se controle en los siguientes dos años, hacia allá vamos, el comercio ambulante «también come» vendedores de chacharas, tacos, ropa, pulseras, cinturones, fruterías, en fin todo lo que se considera comercio informal.
Los dueños de locales comerciales, como quiera han acumulado un capital por ser propietarios de los inmuebles, pero los que rentaban esas propiedades, lógico no pueden pagar una renta si no venden, «pues con qué ojos, divino tuerto».
Esta situación aún le falta mucho para tocar fondo y los problemas sociales por la escasez de circulante, ya empiezan a sentirse en la economía popular, sobre todo al interior de la república.
Aquí por la derrama económica que generan las personas que vienen de la frontera con los U.S.A., no han hecho aún percibir, en forma tan grave el impacto del retroceso económico en nuestra ciudad.
Tu amigo y servidor.
El mentao y famoso «Cachas de Oro»
Hasta aquí la misiva. Yo pienso que tiene mucha razón cuando dice que es necesario que nos preparemos para hacer un radical cambio de vida, porque si no lo hacemos así, la pandemia se va a prolongar más allá de donde podamos soportar como sociedad.
Pero no entendemos. Me decía un amigo médico apenas anoche que de los miles de jóvenes que acudieron a vacunarse hace dos semanas contra el COVID-19, muchos se contagiaron al estar en las filas por espacio de horas, porque no se guardó la sana distancia, algunos estaban sin cubrebocas y hasta se saludaban de mano y de besito en el cachete.
No lo dudo ni tantito. El galeno es propietario de una farmacia donde le llegan pacientes que requieren tratamientos contra el coronavirus y asegura que después de esa fecha la consulta de jóvenes con los síntomas propios de la enfermedad se incrementó de manera alarmante.
No se necesita ser un pitoniso como “El Cachas de Oro” para anticipar que el COVID y sus variantes pueden estar entre nosotros por mucho tiempo más, si no hacemos algo realmente efectivo para contener su avance.
Vimos, por ejemplo, que en este período vacacional de verano los que pudieron se fueron a Cancún, a Vallarta o a otros destinos turísticos donde hubo grandes aglomeraciones.
Tan solo viajar en un espacio cerrado, como un avión o un autobús, nos pone en situación de riesgo elevado.
Ya que quienes más movilidad tuvieron en esta temporada fueron personas jóvenes, no es de extrañar que cada vez más chavos y chavas resulten positivos y que sean los que ahora están llenando los hospitales.
Termino con el refrán estilo Pegaso: “Les penetra por una cavidad auricular y les emerge por la contraria”. (Les entra por una oreja y les sale por la otra).