AL VUELO/ Ente

Por Pegaso

Cómo se dice, ¿la reina o la rey?

Y cómo se dice, ¿la príncipe o la princesa?

Y cómo se dice, ¿la toro o la vaca?

¿Se dice la abogado o la abogada?¿Se dice la maestro o la maestra?¿Se dice la alcalde o la alcaldesa?¿Se dice la presidente o la presidenta?

Para mí no hay duda alguna: Cuando se describe a un sujeto en una oración, no es posible mezclar masculinos con femeninos, o viceversa. Para eso se inventaron palabras que designan a uno y otro género, a uno y otro sexo.

Ejemplo de masculino es: Rey, príncipe, toro, abogado, maestro, alcalde y presidente.

Ejemplo de femenino es: Reina, princesa, vaca, abogada, maestra, alcaldesa, presidenta.

Por eso, en mis vuelos diarios, cuando me acerco a algún evento cívico, me quedo patidifuso, anonadao y deschavetado cuando la maestra de ceremonias (¿o se dice la maestro de ceremonias?) presenta a la Presidenta Municipal como «la Presidente Municipal».

Ya sea por ortodoxia sintáctica o simplemente por costumbre, es absolutamente correcto decir: La Presidenta.

En una obra de teatro que se anunciaba en la televisión donde actuaba Gonzalo Vega, el título decía: «La señora Presidenta», no «la señor Presidente».

En Argentina, Brasil y otros países del mundo que tienen o tuvieron una mujer como jefa de gobierno, se le llama «Presidenta».

Dicen quienes argumentan que es correcto decirle a una alcaldesa «la Presidente», que la palabra se deriva del prefijo presi y el subfijo ente (presi-el que preside, ente-el ser o la persona); luego entonces, presidente quiere decir, la persona que preside.

Aún así, la palabra «ente» tiene un femenino. ¿Alguien sabe cuál es?

Les doy cinco segundos para pensarlo… 1.., 2.., 3.., 4.., 5…

¡Correcto! La palabra es «entidad».

El masculino es ente y el masculino, entidad.

Entonces, lo correcto es decir «el presidente», cuando nos referimos a una persona del género masculino y «la presidentidad», cuando es del género femenino.

Pero para economizar tiempo y esfuerzo, en lingüística muchas veces se recurre a las contracciones y la palabra quedaría como «la presidenta», en lugar de «la presidentidad».

En conclusión, decirle a una alcaldesa «la presidenta municipal» es correcto

Así pues, si la señorita maestra de ceremonias lee ésta modesta colaboración, sabrá que está cometiendo una incorrección cuando presenta a «la presidenta» como «la presidente».

Es más, recientemente también oí a la misma locutora referirse a la doctora Maki Ortiz como «la doctor» y me dije: «¡Pe-pe-pe-pero cómo es posible semejante barbaridad!»

Ahora que está muy de moda la equidad de género o igualdad de género, como quiera decírsele, esto suena más bien a misoginia.

Yo, Pegaso, estoy completamente de acuerdo con una disertación que recién dio el candidato a Rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas ante más de mil estudiantes y maestros, en el gimnasio multidisciplinario.

Palabras más, palabras menos, el ingeniero Pepe Suárez hacía el siguiente comentario:

«En este tema de igualdad de género abrir tantito el espacio y decir: La igualdad de género es un concepto que quizá lo hemos utilizado de discurso también con otra orientación. Igualdad de género es que todos somos iguales. En biología, aquí hay mucha gente que sabe de este tema. En biología todos los seres vivientes tenemos un nombre científico. Nosotros nos llamamos científicamente Homo sapiens, Homo-género y sapiens-especie. Cuando decimos igualdad de género es que todos somos iguales. Ese género, esa especie puede tener sexo masculino y sexo femenino, pero esa es otra cosa. La igualdad de género abarca todos los conceptos, no sólo el sexo. ¿Qué es lo que significa? Que debemos dar oportunidades a todo mundo porque todos somos iguales».

Entonces-decía el magister-, todos pertenecemos a un mismo género: Homo. Y al hablar de igualdad de género debemos referirnos al ser humano en general.

Ahora bien, en términos de lenguaje hablado y escrito, es costumbre referirnos a los objetos o a las personas con palabras que denotan el sexo masculino y femenino.

También hay que estar consciente de palabras neutras, como «la periodista» y «el periodista» para referirnos a alguien que ejerce el trabajo del periodismo, y muchos ejemplos más que la costumbre nos ha hecho adoptar a lo largo de miles de años que tiene de evolución nuestro lenguaje oral y escrito.

Un vez concluida esta tesis doctoral, nos quedamos con el esperado refrán popular estilo Pegaso que a la letra dice: «¡Abstente de provocar en superficie lisa o porosa la aparición de máculas! Luego, entonces, ¿qué sustancia volátil has inhalado?». (¡No manches! Pos ¿de cuál fumaste?).

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