AL VUELO/ Honoris 

Por Pegaso 

Me dio mucho gusto ver en un perfil de Facebook que el compañero periodista y amigo Hugo Jiménez recibirá de la Universidad del Norte de Tamaulipas un Doctorado Honoris Causa. 

El Comité de Evaluación de la UNT, que preside el buenazo de Francisco Chavira, decidió reconocer los méritos del Director Editorial de Hora Cero y bueno, pues enhorabuena. 

Yo le quisiera decir a Chavira, y si me lo vuelvo a encontrar por ahí le haré llegar mi inquietud personalmente: Está bien que la UNT reconozca la trayectoria de Hugo, porque además de dirigir un medio de comunicación, fue corresponsal de guerra por allá, en Kosovo o Bosnia, no recuerdo bien el lugar. 

Para ser corresponsal en un conflicto bélico hay que chingarse, porque uno adquiere mucha experiencia y un temple de acero. 

Pero, pero, pero…, Chavira tendría que dar alrededor de doscientos doctorados honoris causa a los periodistas que andamos todos los días en la brega, porque para hacer periodismo aquí, en Reynosa, deveras, se necesitan más productos de gallina que ir a Bosnia, a Irán o a Afganistán. 

Allá, los corresponsales tienen la libertad de informar sobre las incidencias del conflicto tan libremente como la política editorial de su medio lo permita, sin que tengan que andarse escondiendo de los combatientes, ya que éstos están muy ocupados echándose pajuelazos entre ellos.  

Por el contrario, en Reynosa hubo momentos en que solo con poner una coma o un acento, alguien se molestaba y mínimo, te daban unos tablazos, o en casos extremos, te desaparecían o te metían a un tambo con ácido para que no quedaran ni tus huesitos. 

Más o menos del 2010 al 2020, yo le llamo “La Decena Requetetrágica”, la vida de los periodistas estaba clavada con alfileres, y no le envidiábamos nada a los corresponsales de guerra. 

Salir a las calles a hacer una nota periodística era arriesgar la vida, porque ya dije que esos señores tenían la piel muy delgada y por cualquier cosa se ofendían. 

Recuerdo que una vez andaba haciendo un reportaje para un periódico local. El tema era el reciclaje de llantas viejas. 

Tomaba yo algunas instantáneas cuando un vehículo me cerró el paso por delante y otro por atrás. Me pidieron identificación y checaron las fotos que había tomado con el celular. 

Al explicar que se trataba de un reportaje para un periódico y ver que no había escenas comprometedoras, me dejaron ir sin decir nada más. 

Pero es pecata minuta. ¿Cuántos compañeros periodistas no han sido asesinados a todo lo largo y ancho del país? México está catalogado a nivel mundial como uno de los peores lugares para hacer periodismo, incluso más que las zonas donde hay conflicto, como la Franja de Gaza o Afganistán. 

Ir a Corea del Norte a decirle al dictadorzuelo Kim Jong-un que lleva un peinadito ridículo, que tiene cara de culo y que está más botijón que el Señor Barriga, es un juego de niños comparado con las peripecias que tenían que pasar los periodistas de provincia, pero especialmente, de Reynosa. Y digo “tenían” porque a la fecha hay una especie de tregua entre los grupos de la delincuencia organizada que nos ha dejado respirar un poquito. 

Así que, Chavira: ¿Dónde puedo pasar por mi Doctorado Honoris Causa? 

Mejor nos quedamos con el gustado refrán estilo Pegaso que a la letra dice: “Quien es ave de la familia Psittaculidae, en cualquier entorno posee un matiz verdoso”. (El que es perico, donde quiera es verde)

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