AL VUELO/ Rock 

Por Pegaso 

Andaba yo volando allá, por la calle 20 con mi Pegasita, buscando el lugar que nos recomendó un buen amigo para disfrutar de una deliciosa hamburguesa al carbón. 

Cuando localizamos el pequeño lugar, entramos en él y nos sentamos en una mesa de madera rústica, pero de buen gusto. 

No dejé de percibir que en las paredes del local proliferaban los posters de las más importantes estrellas del firmamento del rock norteamericano, como Van Hallen, Aerosmith, Nirvana, Metallica (sí, ese que prometió traer a Reynosa el candidato del Partido Verde si ganaba la Presidencia Municipal), Guns N’Roses y Kiss, todos ellos representantes de un tipo de rock conocido como “Heavy Metal” (rock pesado en México). 

Pero el más cercano a nosotros era un poster de un tipo más feo que Danny Trejo, llamado Rob Zombie. 

Rob Zombie, para quienes no estén familiarizados con él, es el fundador y vocalista principal de la banda llamada “White Zombie”, dedicada a un tipo de rock pesado conocido como “nú metal”. 

Este se caracteriza por la voz cavernosa del solista y la estética lúgubre y caricaturesca, además de que la gran mayoría de sus títulos giran en torno a la muerte y a la adoración al chamuco. 

Temas como Dragula, Living Dead Girl, Superbeast, Thunder Kiss ’65, Never Gonna Stop, Dead City Radio, Black Sunshine y Sick Bubblegum, forman su discografía. 

No es que odie ese tipo de música, pero definitivamente, no es para mí. Yo prefiero algo más calmado, como las baladitas y los boleros. 

En México hay pocos exponentes del llamado “Heavy Metal”, y son más bien marginales, por el tipo de temas que manejan, como Luzbel, Desangre y Coda. 

Pero en Estados Unidos ese tipo de ¿música? ha tenido un tremendo auge porque los gringos están bien locos, se meten droga hasta por las orejas y les vale madre matar las pocas neuronas que aún les quedan en el coco. 

Y así, del “Heavy Metal” surgen subcategorías como el “Black Metal”, el “Death Metal”, el “Doom Metal”, el “Metal Gótico”, el “Metalcore” y el “Nu Metal”. 

No les hallo chiste, realmente, a ninguno de ellos. 

Los he oído, pero para mí son solo ruido. Ruido estridente y feo. 

Es como la música sinaloense de tamborazos, pero en grado superlativo. 

Me quedo con la idea que tenían los antiguos filósofos griegos, de que la música es armonía y que existe cierto parecido con el alma. 

Por consiguiente, si una persona escucha solo música estridente y fea, lo más probable es que su temperamento se torne violento y explosivo. 

Por el contrario, quienes escuchan música clásica o suave, en general son más calmados y tienden a ser afables y tranquilos. 

Es un poco como la Técnica Ludovico de la película La Naranja Mecánica (A Clockwork Orange, por su título en inglés. Estrenada en 1971. Director, Stanley Kubrick. Protagonistas: Malcolm McDowell, Patrick Magee, Adrienne Corri y Miriam Karlin). 

En esa película, la Técnica Ludovico era un método experimental del Gobierno para “curar” la violencia patológica de las personas mediante música y escenas agradables.  

Por el contrario, en la peli Perro Blanco (White Dog, por su título en inglés. Estrenada en 1982. Director: Samuel Fuller. Protagonistas: Kristy McNichol, Paul Winfield, Burt Ives y Jameson Parker), se utiliza para crear perros asesinos de negros. 

No digo que todos los que oigan “heavy metal” se van a convertir en asesinos seriales, sin embargo, sí pueden llegar a desarrollar una marcada tendencia a la ira, a la reacción visceral y a estados de ansiedad. (No es invento mío, se puede consultar en Internet). 

Si alguien tiene algún cuate que le guste el rock pesado, dígale que cuente hasta diez, antes de agarrar a guitarrazos a sus amigos o vecinos. 

Termino con el refrán estilo Pegaso, cortesía de Héctor Suárez: “¡Demandamos música estridenteeeeee!” (¡Queremos rrrrrooooock!) 

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