Historias del Cacharro y el Moyo

Por Oscar Díaz Salazar

Parece que no le han avisado, a la dupla que integran los diputados Luis René «Cacharro» Cantú y Felix «Moyo» Elizondo, que ya se terminó -afortunadamente- el gobierno de su líder, guía, gurú y patroncito, Francisco García Cabeza de Vaca, también conocido como Francisco N.

Lo digo por la denuncia de la diputada Nora Gómez, contra quien resulte responsable (entiéndase Cacharro y Moyo), por la falsificación de su firma, en un documento que presentó el grupo parlamentario del PAN en el Congreso del Estado, para intentar obstaculizar la conformación de un grupo parlamentario independiente, integrado por legisladoras que se escindieron del grupo panista que comandan el Moyo y el Cacharro.

El tiempo en que impunemente hacían y deshacían a nombre de la fracción parlamentaria del PAN (y asociados), por instrucciones precisas e inobjetables del líder de la pandilla de la Vaca Salvatrucha, ya quedó atrás, y de a poco, algunos legisladores que aún conservan algo de vergüenza y dignidad, se rebelan a la manipulación que desde su escondite en el exilio tejano, pretende continuar el exgobernador panista.

La falsificación de estos documentos, y de otros que con desfachatez rompieron en su cara para destruir la evidencia de sus delitos, fue la gota que derramó el vaso, fue el asunto que agotó la paciencia de la diputada Nora Gomez, quien además de ser miembro del poder legislativo, es la presidenta del Comité Directivo Municipal del PAN en Tampico.

El delito que «presuntamente» cometieron el Cacharro y el Moyo, nos muestra la verdadera personalidad de estos sujetos, que deberían ser los más comprometidos con el cumplimiento de la ley, por pertenecer a la asamblea que se encarga de hacer y reformar las leyes.

En razón de la coincidencia en tareas partidistas del Cacharro Cantú y de la diputada Nora Gómez, no nos debemos sorprender sí al rato el diputado incondicional de Cabeza de Vaca, me refiero al Cacharro, nos informa que la diputada de Tampico presentó su renuncia a la presidencia del partido, y para probarlo nos muestra un documento con la firma de la diputada Nora Gómez, (in) debidamente falsificada.

Lo positivo de este vergonzoso incidente (para los panistas) es que la diputada Nora Gómez ya les perdió el miedo a esos porros que actúan en forma abusiva, esos valentones que andan en la política con «los destos» prestados.

Por lo pronto, yo le sugeriría al Cacharro (y a su patrón) que lo piensen dos veces antes de pretender desconocer a la diputada Nora Gómez como presidenta del partido, pues antes que perjudicarla, le harían un favor, al obligarla al protagonismo al interior del PAN, que le serviría de precampaña para lograr la candidatura a la presidencia municipal, que para el caso de Tampico, equivale a la alcaldía, pues se da por descontado que el PAN se queda otros tres años en la presidencia municipal porteña.

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