A 35 años del «Quinazo»

Por: Javier Terrazas

Hace 35 años en la Colonia Unidad Nacional de Ciudad Madero, Tamaulipas fue arrestado Joaquín Hernández Galicia, «La Quina» y el hecho se convirtió en noticia nacional y mundial.

«Don Joaquín» como le conocía el pueblo del sur de Tamaulipas, porque era el cacique regional del también denominado «Sólido Sur», dirigía desde ahí, tras bambalinas las directrices del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana. (STPRM).

Fue arrestado por la Procuraduría General de la República con el apoyo de militares de la Secretaría de la Defensa Nacional, acusado oficialmente de acopio de armas de uso exclusivo del ejército, homicidio y defraudación fiscal.

Se lo llevaron en pijama, pues incursionaron en su domicilio, donde se encontraba aún en ropa de dormir. Fue remitido por vía aérea a la Ciudad de México y recluido en un penal de la capital del país.

Su detención, fue el inicio de la caída de su «imperio» sindical, económico y político que ejerció por más de 30 años, ya que asumió el control del Sindicato Petrolero desde 1958, cuando gobernaba el país Adolfo López Mateos.

Su palabra era ley en el Sindicato Petrolero, fue «el poder tras el trono» varios periodos en el Sindicato de la entonces poderosa PEMEX.

Desde su feudo en Ciudad Madero, asiento de la Sección Uno del STPRM y de la Refinería Madero, se dictaba la política sindical.

La época de jauja de la industria petrolera nacional, le dio muchas concesiones y canonjías de PEMEX.  Varios de sus súbditos de daban la vida de lujos parecida a las de los jeques árabes. Salvador Barragán Camacho fue de los últimos.

«La Quina» era más reservado, hombre de dos caras. Duro, enérgico, exigente, visceral y combativo en la política sindical y su relación con los Directores de PEMEX y los presidentes de la república; y solidario, sensible y hasta bonanchón con el obrero y campesino, así como sus familias.

Parte de la sangría al erario de PEMEX se tradujo en tiendas sindicales y granjas en donde los productos se expedían a los precios más bajos de la región.

El contratismo con PEMEX a través de amigos y aliados, permitió grandes fortunas en el trasporte de hidrocarburos por mar y tierra. Igualmente para la ejecución de obras de PEMEX.

Y era muy obvio, la sustracción de bienes y productos de la empresa paraestatal.

Se llegó a sentir tan poderoso que amagó al entonces presidente Miguel de la Madrid Hurtado con un» Si se hunde PEMEX, se hunde usted».

Cuando se tomó la dedición de la candidatura presidencial de Carlos Salinas de Gortari por el PRI, «La Quina» no solo se enfadó, sino que su malestar lo llevó a los hechos. De dientes para afuera apoyó al PRI que lo encumbró, pero él y su sindicato respaldaron a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el hijo del «Tata Lázaro», postulado por el Frente Democrático Nacional, que aglutinaba a las corrientes de izquierda y una escisión tricolor.

El cacique sindical petrolero, llegó a tener mucho poder político nacional y en Tamaulipas. Definía candidaturas a Senadores, Diputados Federales, Diputados Locales, alcaldes e incluía en los gabinetes municipales y estatal.

En Tampico-Madero-Altamira no se movía una hoja de un árbol sin su anuencia. Ponía desde el tránsito del crucero de su ruta, al policía, al ministerio público, al juez, al diputado o Delegado federal.

En el último gobierno del estado que influyó fue en el de Emilio Martínez Manautou. Llegó una oleada de tampiqueños encabezada por Joaquín Contreras Cantú que permearon en casi todas las áreas del Ejecutivo y los Poderes Legislativo y Judicial.

Su encarcelamiento, por tanto, generó grandes protestas, pues muchos de sus súbditos y aliados políticos recientes, se plantaron por semanas y meses en la plaza Isauro Alfaro, de Ciudad Madero.

Tenía como respaldo desde los obreros a quienes entregó plazas sindicales, a quienes entraron como funcionarios a PEMEX y a los que benefició con empleos en todas las estructuras municipales, estatales y federales, durante años.

«La Quina» permaneció en la cárcel durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari y parte del de Ernesto Zedillo Ponce de León.

Sus abogados fueron desactivando los cargos y finalmente regresó a su querido madero ya en el gobierno de la alternancia del panista Vicente Fox Quesada.

Sus más cercanos colaboradores que lo defendieron en plantones, así como su familia, cosecharon el voto de la inconformidad contra el PRI y fueron alcaldes y diputados por el entonces partido fuerte de la izquierda, el PRD.

Entre ellos fueron alcaldes y Diputados sus hijos Juan y Joaquín Hernández Correa.

Este último, finalmente se sumó a las filas del PAN, siendo un aliado del gobierno nefasto de Francisco García Cabeza de Vaca.

Ciudad Madero, sigue añorando los tiempos de jauja de «La Quina». En esa época llegó a ser de las ciudades con mejor calidad de vida en todo el país. A costa de las arcas de PEMEX y de ser el asiendo del feudo de «Don Joaquín».

La detención de «La Quina» y sus efectos, le tocó vivirlos al Ing. Américo Villarreal Guerra como gobernador.  No fue fácil, pues les conoció de cerca en la campaña que de manera conjunta realizó con Salvador Barragán Camacho como fórmula al Senado de la República y el posterior apoyo a la gubernatura.

Difícil entender al Tamaulipas del nuevo siglo, al Tamaulipas de hoy, sin «La Quina».

En la nomenclatura actual de los hombres del poder bajo el manto de Morena, siguen vigentes los herederos de sus amigos, súbditos o beneficiarios del contratismo.

Los Oseguera Kernion o los González Robledo, son parte de esa historia.

«La Quina» murió el 11 de noviembre de 2013. Y sigue siendo la mejor leyenda de Cd. Madero y el ex sólido sur de Tamaulipas.

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