AL VUELO/ Dejavú

Por Pegaso

Ciudad de México, jueves 19 de septiembre de 1985, 7:17:49 Hs. Un sismo de magnitud 8.1 en la escala de Richter sacudió violentamente a los habitantes de la megalópoli. Tras el recuento de los daños, se determinó que un promedio de 38 mil personas habían fallecido, 5 mil fueron rescatados de los escombros, 289 edificios destruidos, 70 mil más con algún daño parcial, 85 mil metros cuadrados de banqueta destruidos, 30 sistemas del transporte colectivo afectados y más de 2 mil empleos perdidos.

Uno de los edificios icónicos, el Hotel Regis, colapsó bajo su propio peso. Ahí se construyó la llamada «Plaza de la Solidaridad».

CDMX, martes 19 de septiembre del 2017, 13:14:40 Hs. Nuevamente la capital del país es estrujada por un terremoto, esta vez, de intensidad 7.1 en la escala de Richter, aunque según especialistas, los efectos fueron mayores que hace 32 años.

Hasta ahora la lista de personas fallecidas apenas rebasa las 150, sin embargo, bajo los escombros aún puede haber muchas más víctimas. Tan sólo en la escuela Rabsamen se habla de 20 niños y maestros muertios.

Resulta algo perturbador el hecho de que en la misma fecha se haya presentado un fenómeno muy similar en una misma ciudad.

Los capitalinos vivieron un dejavú, renació la memoria colectiva de aquel terrible sismo del 85.

En aquella época todavía no estaba tan desarrollado el Internet ni había redes sociales, pero los primeros efectos se televisaron en vivo y en cadena nacional, en el noticiero Hoy Mismo, con Guillermo Ochoa y Lourdes Guerrero.

Ayer, tan sólo minutos después de la tragedia, alguien empezó a subir videos al salón de chat Pegaso y a otras redes donde se apreciaba desde lo alto de un edificio el polvo que se levantaba a lo lejos como prueba de que varias construcciones habían colapsado.

Y siguieron llegando fotos y más videos. En un principio no creí que la destrucción fuera tan grande, pero conforme veía el material me fue convenciendo que era muy real, que la pesadilla había regresado.

Tan sólo unas horas antes se habían terminado los simulacros que institucionalmente se llevan a cabo en diversas dependencias del país, incluyendo en la Capital.

Los empleados apenas estaban acomodándose para reanudar sus actividades habituales, cuando empezó a temblar fuertemente.

Los grandes edificios de Reforma se fueron vaciando. Cada ciudadano con su celular tomaba instantáneas o grababa video y rápidamente los subía a las redes sociales. Fue así como nos enteramos de la gravedad de lo ocurrido.

El Presidente Peña Nieto, que durante la mañana estaba en Oaxaca supervisando que llegue la ayuda humanitaria por el sismo del 7 de septiembre, fue avisado mientras volaba que en la Ciudad de México había ocurrido un nuevo suceso, y de inmediato se concentró en Los Pinos para coordinar el apoyo.

El mandatario hacía referencia a la experiencia anterior de 1985 a raíz de la cual se integró el Sistema Nacional de Protección Civil, y la manera en que ahora se enfrentan contingencias de ésta naturaleza.

Sin embargo, resalta el hecho de que, de manera inmediata, miles de manos solidarias se unieron para urgar en los escombros en busca de personas atrapadas.

Es en éstas ocasiones cuando se muestra el sentido de solidaridad y salen los más nobles sentimientos del alma del mexicano.

Los trabajos de rescate continuaron toda la noche y en un momento dado alguien empezó a cantar el Cielito Lindo como un himno de esperanza, y el resto de los presentes lo corearon, convirtiéndose así en un video viral que hoy recorre las redes sociales.

Pero también sacan a flote los instintos más perversos. En Santa Fé, uno de los distritos más exclusivos de la CDMX, una banda de delincuentes aprovecharon la inmovilidad de los vehículos para asaltar a los inermes ciudadanos.

Dentro del caos que se generó en las redes sociales, nuevamente circuló un supuesto comunicado de la ONU donde un especialista advierte de un terremoto mucho mayor que afectará a todos los países de la costa del Pacífico.

El Servicio Sismológico Nacional se apuró a pedir que no se generara el pánico con ese tipo de noticias, ya que en realidad los sismos no se pueden predecir.

No obstante, desde hace muchos años los científicos de todo el mundo han advertido sobre la posibilidad de un evento de proporciones catastróficas, que incluso convertiría a la península de Baja California, México y a California, Estados Unidos, en una isla, debido a la ampliación de la falla de San Andrés.

A ese terremoto lo han llamado «the Big One», o sea, «el Grande».

Fuera de conjeturas, la nueva tragedia que viste de luto al país pondrá nuevamente a prueba la solidaridad y el desprendimiento de todos los mexicanos.

Aquí, activistas sociales como Enriqueta Santana Ayala han manifestado que redoblarán sus esfuerzos para pedir a la comunidad la donación de alimentos no perecederos y consumibles no sólo para enviar a Oaxaca, sino ahora para apoyar a los miles de damnificados de la CDMX.

Por hoy, el Pegaso está de luto.

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