AL VUELO/ Loquitos 

Por Pegaso

Hablando de loquitos, allá, en mi barrio había una familia de tres: La mamá y dos hijos, uno como de treinta y tantos y otro de poco más de veinte años. 

Los tres estaban igual, posiblemente por una causa genética. 

Como la casa de mi padre colindaba con la de ellos, todos los días era lo mismo: El loquito más joven, al que llamaban Polo, se ponía a cantar alegremente, mientras que el más viejo, a quien todos conocían como “Chuy El Loco”, salía a la calle a hurgar entre la basura, buscando algo que comer. 

De vez en vez, cuando el mayor tenía retortijones de barriga, como era natural por el tipo de alimento que ingería. Pegaba tales gritos, que su hermano menor, molesto por que no lo dejaba cantar a gusto, le reclamaba: “¡Ya cállate, Chuy El Loco!” 

Esto ocurría allá, a mediados de los años ochenta. 

Poco después falleció la mamá, quien estaba embarazada de uno de ellos y luego el hermano mayor.  

De Polo ya nunca supe más, sino que de pronto los vecinos dejamos de escuchar sus desafinadas canciones. 

Los locos son un tema recurrente en las rutinas de chistes de los más renombrados comediantes, como Polo Polo, Jo-Jo-Jorge Falcón, Teo González, La Chupitos, El Kompayaso, la India Yuridia, Chuponcito y El Perro Guarumo, por citar a algunos. 

En una ocasión llega un Inspector al manicomio para hacer una inspección de rutina. En eso pasa un loco imitando una moto: ¡Prrrrrrrrrrrr! 

El Inspector le pide al Director del manicomio: Por favor, ¿puede decirle a ese loco que se vaya a otra parte? 

Le contesta el Director: ¿A poco le molesta el ruido que hace con su moto? 

A lo que contesta el Inspector: No. Lo que me molesta es el humo. (Risas.) 

Estaban dos locos adornando el árbol de navidad y le dice uno a otro: Avísame si se encienden las luces. 

Y el otro le contesta: Si…, no…, si…, no…. (Risas). 

Dos orates en un manicomio estaban planeando la forma de escapar. 

El primero le dice al segundo: ¿Y cómo le vamos a hacer para huir? 

“¡Muy fácil!-dice el primero. Si la cerca está muy alta, escarbamos por debajo, y si está muy bajita, saltamos por encima. 

Uno de ellos se asoma para verificar la altura de la cerca y después regresa con su compañero muy triste y pensativo: ¡Chin! No nos vamos a poder escapar. 

“¿Por qué?”,-le pregunta el otro. 

“¡Pues porque no hay cerca!”,-le contesta el majareta. (Risas). 

Un médico se dirige a un sujeto: Muchas gracias por haber salvado a su compañero de morir ahogado. Desgraciadamente, esta mañana lo encontramos muerto, colgado de un árbol. 

El individuo, que estaba más loco que una cabra, contesta: ¡No me diga! Apenas ayer por la noche lo había puesto a secar. (Risas). 

Había una vez un gobernador que estaba tan loco, pero tan loco, que siempre traía una pirámide dentro de su camioneta… ¡Ah, cabrón! Eso sí pasó en la vida real. (Risas). 

Viene el refrán estilo Pegaso, cortesía de Chespirito: “Aseguran que ambos padecemos de nuestras facultades mentales, Lucas”. (Dicen que tú y yo estamos locos, Lucas). 

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